Mensajes a Ana en Mellatz/Goettingen, Alemania
viernes, 3 de agosto de 2007
Sagrado Corazón de Jesús, viernes.
Jesús habla a los peregrinos en la capilla de la Casa Franciscana en Altötting después de la Sagrada Misa Tridentina a través de su instrumento Anne.
Jesucristo apareció como el Resucitado en la túnica blanca con el signo de la victoria y la Madre de Dios con el globo en la mano y bajo sus pies. Tiene una triple corona en la que las piedras brillan en amarillo y blanco. Ella dice: "Estos son mis rayos que estoy enviando sobre vosotros en este momento.
Jesús dice: Aquí, en este lugar sagrado, os he llamado a todos. Habéis venido por mi llamada. Mirad cada vez más los signos que os daré. Hay muchas cosas que no habéis prestado atención en tiempos recientes. Son pequeños signos, Mis hijos, porque Mi tiempo está cerca. Sabéis que a menudo he dicho que Mi tiempo está cerca, pero ahora se apresura.
Muchas cosas no podéis explicaros a vosotros mismos, no podéis comprender. No hagáis preguntas y confiad más profundamente. Es en esta profunda confianza donde podéis sobrevivir a este tiempo a medida que os enfrentáis a muchas dificultades, cada uno de vosotros, y aceptéis esta cruz con amor. No os quejéis de vuestro dolor, que también tendréis en mayor medida. Sirven para salvar almas, especialmente mis almas sacerdotales. Sacrificadlos. Sí, muchos sacerdotes son tan fuertes en la inmundicia que vosotros, Mis hijos, podéis expiar, expiar para que no caigan en el abismo.
Cuánto sufre Mi Madre, la Reina de los sacerdotes, por este presente estado de cosas. En muchos lugares ella llora lágrimas de sangre. Estas lágrimas son lágrimas de gracia, aunque no podáis entenderlo. Cuando Mi madre ya no llore, ni siquiera lágrimas de sangre, entonces será aún más pesado alrededor de su corazón. Mientras sus lágrimas fluyan, todavía es soportable para ella. Llorad conmigo, Mis hijos. Llorad sobre este tiempo. Llorad también sobre vosotros mismos y sobre vuestros pecados que habéis cometido hasta ahora. Arrepentíos de ellos una vez más, porque estoy llegando muy pronto. También os enviaré esta visión del alma para que vosotros también podáis arrepentiros más profundamente.
En este momento mi pequeña ve a muchos caer en el abismo. Sí, todo el cielo está sufriendo y llorando. Orad, sacrificad, expiad y estad más enamorados. El amor os llevará a través. Amad a los demás como yo os he amado. Aceptaos tal como sois. Algunos no se aceptan a sí mismos y se quejan de sí mismos. Todo ser humano es valioso a mis ojos. Con cada persona he concebido un plan de amor y es único. Dad gracias, dad gracias todo el tiempo, porque estas alegrías también deben llegar a vuestro corazón, porque esta gratitud genera alegrías y también os fortalecerán en este último tiempo.
No os entristezcáis de que tenga que dejar que este tiempo os invada también a vosotros. Pero estaréis protegidos. Nunca desarrolléis miedos, porque en este miedo el maligno también puede entrar en vuestros corazones. Tened alegría dentro de vosotros. Estoy con vosotros todos los días y nunca, sí nunca, dejará Mi Madre Celestial de estar con vosotros. Una y otra vez ella envía a los ángeles a vosotros, vuestros ángeles guardianes, que os acompañarán en cada camino, en cada camino más pequeño. Y ahora quiero bendeciros, enviaros, amaros, protegeros en la Trinidad con todo el cielo, con Mi queridísima Madre Celestial y también vuestra queridísima Madre. Sed bendecidos en la Trinidad, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Amén. Vivid el amor, porque el amor es lo más grande. Amén.
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