viernes, 3 de septiembre de 1993

Viernes, 3 de septiembre de 1993

Mensaje de la Santísima Virgen María dado a la Vidente Maureen Sweeney-Kyle en North Ridgeville, EE. UU.

Nuestra Señora vino en gris y color dorado. Se inclinó ante la Eucaristía. Dijo: "Dad alabanza, honor y gloria a Jesús, siempre presente en este Santo Sacramento del Altar." Yo respondí: "Ahora y para siempre." "Mi pequeña mensajera, lo que más deseo transmitirte es cuánto depende Jesús de las almas que se han consagrado sinceramente a la Cruz. Estas almas están empapadas en el Amor Santo y emulan el Corazón de Mi Divino Hijo. Sin el Amor Santo, las almas rechazan las cruces en sus vidas, no viendo la belleza en las pruebas que se les ofrecen por el bien de los demás."

"Es Satanás quien esconde todo esto de las almas que no son infantiles. Porque con sofisticación se siembra confusión y duda. Jesús tuvo un apóstol que era sofisticado. No poseía el Amor Santo, sino más bien amor propio. El Amor Santo es simple, desinteresado y modesto. Así es como el Amor Santo permite que el alma vea a través de los objetivos mundanos y busque solo el reconocimiento celestial. Es muy importante estos días que las almas vean el gran valor de la Cruz, a través de la cual fluye continuamente la salvación. Por lo tanto, oren para ser infantiles en toda virtud, pero sobre todo en el Amor Santo. Que vuestro pan de cada día sea la alegría de la Cruz a través del Amor Santo."