sábado, 12 de octubre de 1996

Mensaje de Nuestra Señora Reina de la Paz a Edson Glauber

El 9 de noviembre es el primer día de la oración por la sanación de los enfermos. Se suponía que sería el día 12 de este mes, que es hoy, pero como el sacerdote no está en la ciudad para confesar a los enfermos, se traslada al 9 de noviembre.

Quiero que el 9 de noviembre sea el día de Nuestra Señora de los Enfermos en el estado de Amazonas, aquí en esta ciudad de Itapiranga. Y que cada 9 de cada mes se traigan a los enfermos para bañarse y beber del agua de la fuente de sanación, cuyo nombre es: Fuente de Misericordia y Gracia, o que los responsables de los enfermos vengan a buscar el agua.

También quiero que el vicario de esta ciudad confiese a los enfermos o que los enfermos busquen al vicario para confesar sus pecados. Esta recomendación es para los enfermos de esta ciudad de Itapiranga. Para los demás, para los que vengan aquí, que también estén preparados.

El agua de la fuente es para todas las personas en todo el mundo. Cualquiera puede tomar agua de la fuente, siempre y cuando esté sin pecado mortal. Ahora, cualquiera que no esté preparado o esté en pecado mortal el agua no tendrá validez.

Dile a Mi Hijo Protogenes (el esposo de Maria do Carmo) que haga un reservorio para guardar mucha agua, porque en la inundación la fuente será cubierta por el agua del río, y solo aparecerá en la estación seca. Repito: reserva mucha agua de la fuente y también prepárense con un fósforo bendito, vela santa, agua bendita, pañuelo santo, rosario santo, cruz santa, y una Biblia abierta, día y noche, en el altar de cada familia. Y no olvides rezar el rosario todos los días. (*) Necesito y estoy esperando los rosarios rezados por ustedes. Este es el mensaje de hoy para todos ustedes que están aquí. En el nombre del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Amén. Amén.

(*) Cuando Nuestra Señora dijo "Necesito y estoy esperando los rosarios rezados por ustedes" no se refería a ella, a su persona, como si ella necesitara que oráramos por ella, sino más bien que espera nuestras oraciones y rosarios rezados para que pueda ofrecerlos ante el trono de su Hijo Jesús pidiendo su misericordia para el mundo, para la conversión de los pecadores y la salvación de las almas.