Mensajes a Edson Glauber en Itapiranga AM, Brasil
domingo, 3 de noviembre de 1996
Mensaje de Nuestra Señora Reina de la Paz a Edson Glauber en Castanhal, PA, Brasil

La paz esté con ustedes, mis amados hijos!
Mis queridos hijos, como su Madre Celestial deseo invitarlos a rezar y ofrecer sacrificios por la conversión de todos los pecadores. Oren, oren por sus hermanos, porque muchos de ellos se están perdiendo en el camino del pecado. Soy la Madre del Divino Salvador del mundo, la Madre de nuestro Señor Jesucristo.
Mis hijos, ámense los unos a los otros. Vivan el amor en sus familias. Muchas familias están siendo destruidas por falta de amor. Que el amor more en sus pequeños corazones y reine en sus familias. Primero que todo, tengan un gran amor por Dios, porque Mi Dios y su Dios, que es Mi Divino Hijo Jesús Cristo, está buscando una gota de su amor, y no puede encontrar a nadie hoy que realmente quiera amarlo. No sean egoístas y falsos. Si no son sinceros, nunca encontrarán a Mi Hijo Jesús, porque Él es el Camino, la Verdad y la Vida. Así que busquen la verdad, y la verdad los hará libres. Los invito a todos a asistir a la Santa Misa este Día del Señor, que es el Domingo. Vayan a la Santa Misa. Los espero a todos en la Casa de Mi Divino Hijo para concederles todas las gracias que Mi Señor desea darles a través de Mí. Los amo con todo Mi Corazón. Oren el
Santo Rosario. Vivan mis Mensajes. No dejen caer lágrimas amargas de Mis ojos, lágrimas de dolor por ustedes, a causa de su desobediencia. Estén con mi Paz y la Paz de mi Hijo Jesús. Los bendigo a todos: en el nombre del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo Amén. ¡Nos vemos pronto!
Cuando Nuestra Señora ya se iba, le dije rápidamente: Envíe un beso de amor de mi parte a su Hijo Jesús!
A lo cual me respondió:
Hijo mío, envíale tú mismo tu beso cuando vayas a recibirlo en la Santa Eucaristía durante la Santa Misa y también dale tu amor a Él.
Sentí en ese momento algo tan sublime y fuerte en mi alma, porque la Santísima Virgen habló de una manera tan amable y amorosa. Con eso, pude entender cuánto debemos estar unidos a Jesús en la Santa Eucaristía. Es Jesús mismo, vivo, verdaderamente en cuerpo, sangre, alma y divinidad, y aún no entendemos este misterio. Cuando lo recibimos en la Eucaristía, debemos hablarle con alegría, decirle palabras de amor; adorarlo en nuestro ser más íntimo, porque Él mora dentro de nuestros corazones. Es en este momento más sagrado que debemos pedir todas las gracias, porque Él está dispuesto a concedérnoslas todas para nuestra santificación y la santificación de nuestros hermanos.
" O Jesús, te amo y adoro, porque creo que estás vívidamente presente
en la Santa Eucaristía."
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