miércoles, 1 de enero de 1997

Mensaje de Nuestra Señora Reina de la Paz a Edson Glauber en Manaus, AM, Brasil

La paz esté con ustedes

Mis queridos hijos, yo soy la Madre de Dios y la Reina de la paz. Paz, paz, paz. Paz para todo el mundo.

Queridos hijos; deseo la paz en sus familias. Los invito a rezar el Santo Rosario por la paz mundial. Quiero exhortarlos a vivir una vida más pura.

Amados hijos, la pureza es una virtud muy querida a mi Inmaculado Corazón. ¡Cómo duele mi Corazón ver a innumerables jóvenes arrojados al pecado por el enemigo! Los jóvenes deben rezar más y vivir una vida santa. Quiero bendecirlos. Soy su Madre y como su Madre quiero decirles que Jesús los invita a regresar verdaderamente a Él.

Jesús quiere darles la paz, así que vayan a Él para recibirla.

Hijos, paz para ustedes en este nuevo año que comienza. Mi Señor espera que cada uno de ustedes se convierta y se dedique a vivir su Santo Evangelio más profundamente.

Queridos hijos, tengo un plan muy especial para las familias. Si todas las familias viven profundamente mis santos mensajes, pronto, muchas serán santificadas por la gracia divina. Todas las familias pertenecen a la Familia del Cielo, pero permanecerán fieles a ella solo si viven en continua unión con Dios. Dios ama a las familias y las bendice a través del Corazón de su Hijo Jesús Cristo y el Inmaculado Corazón de su Madre Celestial.

Mis hijas, (*) madres y esposas, oren para que Satanás no se apodere de sus hogares, sus maridos y sus hijos. Ustedes son responsables de ellos. Esposas, madres, tienen un afecto muy especial de Dios. La dignidad de la mujer está en ser madre. Si las madres supieran lo precioso que es el don de la maternidad, nunca abortarían a sus hijos. Penitencia, penitencia, penitencia. Renuncien al pecado con todo su corazón. Oren y serán libres del pecado. Los amo y los bendigo a todos: en el nombre del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Amén. ¡Nos vemos pronto!

(*) Nuestra Señora pide a las mujeres que sean mujeres verdaderas y no mujeres demoníacas. Las mujeres que cometen abortos se convierten en verdaderos monstruos y no solo las mujeres, sino los hombres irresponsables e impuros, los médicos y cualquiera que colaboró y estuvo a favor de abortar a cualquier niño. Están pecando contra las leyes de Dios y si no se arrepienten irán al infierno.