Mensajes a Edson Glauber en Itapiranga AM, Brasil
lunes, 15 de septiembre de 2003
Mensaje de Nuestra Señora Reina de la Paz a Edson Glauber en Brescia, BS, Italia

Nuestra Señora
¡La paz esté contigo!
Soy la Madre de Dios nuestro Señor y vuestra Madre celestial. Vengo esta tarde para daros otro mensaje celestial: continuad rezando el rosario cada día y así las gracias del cielo descenderán sobre vosotros poderosamente.
En estos últimos tiempos, pequeños, deseo que escuchéis mis llamadas y las viváis profundamente. ¡Cuántos mensajes ya os he dado, no solo aquí, sino en varias partes del mundo! Deseo guiaros por el camino seguro que conduce a Dios. Sé los problemas y las dificultades que cada uno de vosotros atravesáis, pero os digo que mi Hijo Jesús me permite estar a vuestro lado para ayudaros y consolaros. ¿Amáis a mi Hijo Jesús? ¿Amáis a vuestra Madre Celestial? Entonces, rezad, haced sacrificios por la salvación del mundo, porque muchos de vuestros hermanos y hermanas se están perdiendo en el pecado, pero vengo a traer luz a todos mis hijos. Mi Hijo Jesús es la luz de vuestras vidas, pequeños míos, Él es Paz, Él es Vida, Él es la solución a vuestros problemas. Él es el Consejero Maravilloso de vuestras almas, el Príncipe de la Paz. Mi Hijo, Jesús, quiere la salvación del mundo; por eso envía a quien tanto ama, a mí, su Madre, para ayudar a todos los hombres que caminan en la oscuridad.
Recordad estas palabras mías, pequeños: felices son los que escuchan mis llamadas y las ponen en práctica, porque verán a mi Hijo Jesús cuando regrese al mundo como un Rey de Misericordia y Amor, y no como un Rey de Justicia. Este día se acerca para el mundo. Mirad y entendéis que la naturaleza ya ha cambiado sus leyes naturales y el mundo ya está comenzando a dar las señales de que la venida del Señor está muy cerca. Así que preparaos, convertíos, y cambiad vuestras vidas, y entonces veréis la gloria del Paraíso y la luz de Dios que iluminará el mundo profundamente, sin ser cogidos por sorpresa. Los que no me escuchan, ¡qué triste!, pero los que son fieles a mis llamadas tendrán felicidad para siempre. Intercedo ante Dios por vosotros y vuestras familias, por vuestra felicidad. A todos mi bendición maternal: en el nombre del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. ¡Amén!
Orígenes:
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