miércoles, 17 de septiembre de 2003

Mensaje de Nuestra Señora Reina de la Paz a Edson Glauber en Italia

Nuestra Señora

¡La paz esté con ustedes!

Mis amados hijos, Yo, su Madre, los bendigo esta noche y los invito una vez más a dar testimonio de mis mensajes con amor y celo.

Hay muchas personas que no aman a Dios y que rechazan su amor divino. ¡Cómo se entristece mi Corazón cuando estos hijos míos se alejan del Creador de sus vidas! Sean agradecidos a Dios por todo lo que les da y permite que exista en sus vidas.

Por todo deben ser agradecidos a Dios, mis hijos. Su Madre Celestial pasó por grandes sufrimientos en este mundo, pero nunca dejó de ser agradecida a Dios. Siempre alabó Su Santo Nombre, que es Santo, y le pidió siempre que concediera Su bendición y gracia a toda la humanidad.

¡Cuánto sufrí cuando vi a mi Hijo Jesús pasar por las torturas causadas por aquellos cuyos corazones estaban endurecidos y llenos de pecado!, y cuánto sufro cuando veo a los hombres blasfemando, ofendiendo al Señor, sin preocuparse por la salvación de sus propias almas.

Pero ustedes, mis hijos, cuando se reúnen para orar y para interceder por el mundo, consuelan el Corazón de mi Hijo Jesús y mi Corazón Maternal.

Continúen a orar por la paz, porque la paz aún está amenazada. Pidan al Todopoderoso que derrame su gracia divina en los corazones de sus hermanos.

Yo, la Reina del Rosario y de la Paz, hoy, unida con mi Hijo Jesús los bendigo: en el nombre del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. ¡Amén!

Son importantes para mí y para Jesús. Cada uno de ustedes es mi hijo, y los cubro con mi Manto Inmaculado.

Mis pequeños hijos, amen a Jesús, amen a Jesús, amen a Jesús. Él es su salvación. Él es quien puede cambiar sus vidas y las vidas de sus familiares. Él es quien puede darles la verdadera felicidad. Ámenlo. Ámenlo. Ámenlo.