martes, 23 de marzo de 2004

Mensaje de Nuestra Señora Reina de la Paz a Edson Glauber en Brescia, BS, Italia

Estaba en mi habitación y había terminado de decir mis oraciones cuando Jesús me dio un mensaje:

Soy la luz del mundo. Soy la vida eterna. Soy la paz para sus almas. Hijo mío, deseo decirte mi mensaje de amor, para que las almas de todos aquellos que estuvieron alguna vez en la oscuridad y sin luz brillen aún más en mi gracia.

Cuánto bien deseo para los hombres por los que he derramado mi sangre para salvarlos. Cuántos están fríos en el amor y tienen sus corazones endurecidos. Quiero decir a todos los hombres que Yo, el Salvador del mundo, he venido a llamarlos a refugiarse en este Corazón misericordioso mío que los ama tanto. Quiero que todos se vuelvan santos, siguiendo el camino indicado por mi Santa Madre: el camino de la conversión, la oración y la penitencia.

Hijo, para ser santo es necesario que el alma esté siempre unida a mí. Soy Yo quien santifica. Según la intensidad de tu amor, cada uno recibirá las gracias que te ayudarán a vivir en mi divina presencia y en mis caminos. El alma que sabe renunciar a sí misma es la que alcanzará una alta perfección. Quien vive para sí mismo ya tendrá su recompensa en este mundo, pero quien vive por mí y por los demás, sabiendo darse y verdaderamente darse por el reino de Dios, tendrá recompensa eterna y vivirá para toda la eternidad en la gloria de mi reino.

Quiero santos para mi reino de amor. La tierra será aún un gran paraíso. Primero vendrán tristezas, pero luego vendrá la gran transformación, cuando todo será renovado y todas las cosas serán hechas nuevas. La humanidad será vigorizada en el amor y la paz. Así mi reino en la tierra será como es en el cielo. Yo, Jesús, bendigo a todos mis pequeños de buena voluntad que saben esperar con fe y confianza mi triunfal regreso que viene: en nombre del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. ¡Amén!