sábado, 10 de abril de 2004

Mensaje de Nuestra Señora Reina de la Paz a Edson Glauber en Brescia, BS, Italia

Hijitos, pocos son los que se dedican a consolar mi Corazón Doloroso e Inmaculado. Muchos olvidan los dolores y las lágrimas que su Madre celestial sufrió y derramó por la dolorosa pasión experimentada por mi Divino Hijo. ¡Cuánto sufrió mi Hijo Jesús! Mi Corazón maternal se desgarró cuando vi cómo hombres poseídos por demonios Lo torturaron de una manera asombrosa y demoníaca. Jesús lo soportó todo con paciencia para salvar a los hombres del pecado, para salvar a cada uno de ustedes, mis queridos hijos.

A través de sus heridas, sus heridas santas, y a través de su preciosa sangre fueron rescatados de todo mal y salvados. Jesús ofreció todo al Padre Eterno por la salvación de la humanidad. ¡Oh, pecado… pecado… cuánto daño aún hace a tantas almas hoy en día! Muchos destruyen la pureza de sus almas para seguir las horribles tentaciones del diablo.

Hijitos, refúgiense en mi Corazón Doloroso e Inmaculado. Aquí encontrarán la fuerza para vencer al diablo. No pierdan el ánimo. Sean firmes. Luchen contra todo mal orando, ayunando y haciendo vigilias de oración. Uníos a mí para que juntos podamos ofrecer al Padre Eterno muchas oraciones por la conversión del mundo. Quiero que entiendan todos los días cuán importante es dar y sacrificarse por la salvación del mundo.

Hoy ofrezco al Señor sus oraciones para que Él pueda ofrecerlas por la salvación de sus hermanos y hermanas más débiles necesitados de gracia divina.

Estén siempre atentos a mi llamada, a mis palabras como Madre. Estoy con ustedes, acompañándolos en su camino y nunca los abandonaré. Confíen, hijitos. Los bendigo a todos: en el nombre del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. ¡Amén!