sábado, 7 de julio de 2007

Mensaje de Nuestra Señora Reina de la Paz a Edson Glauber

¡La paz esté con ustedes!

Queridos hijos, me preocupan cuando no me escuchan y cuando no viven mis llamados. Les pido que ayuden a su Madre Celestial a convertir a tantos de sus hermanos y hermanas a través de sus oraciones y sacrificios ofrecidos a Dios. Tantos de sus hermanos están en la oscuridad, cegados por el diablo. Los padres se están volviendo muy relajados en la educación de sus hijos: educan para el mundo y no para Dios. Quieren que sus hijos sean grandes médicos, abogados e ingenieros, pero no les importa que se conviertan en pecadores. ¡Oh padres, qué están haciendo! Sufro porque muchos jóvenes, muchos de sus hijos, se están convirtiendo en asesinos todos los días al cometer pecados de aborto, y ustedes no se preocupan, sino que omiten, para que la vergüenza no entre en sus hogares y entre los que los rodean. No actúen así. Consuelen el Corazón de su Madre Celestial. Oren todos juntos como familia: padres, madres e hijos, y la bendición de Dios descenderá sobre sus vidas.

Más que nunca deben orar, pidiendo la misericordia de Dios para el mundo. Ningún pecado cometido, mis hijos, quedará impune.

¡Ay de aquellos que destruyen la pureza de sus almas y familias al cometer pecados impuros y adulterios!

¡Ay de aquellos que destruyen a tantos niños inocentes con pecados de aborto, niños que no tienen un turno o una oportunidad de vivir o de defenderse! Niños inocentes, mis pequeños hijos, queridos a mi Corazón, que son arrancados de los vientres de sus Madres de una manera brutal y son tratados peor que un animal. Estos terribles pecados que ofenden gravemente a Dios no quedarán impunes. Todos estos pecados están trayendo grandes castigos sobre su nación y el Amazonas. Ayúdenme mis hijos, estoy intercediendo por ustedes ante Dios. Hagan su parte orando, viviendo mis mensajes, porque yo estoy haciendo lo mío apareciendo, llamando, llorando e intercediendo por ustedes para que Dios no los castigue de una manera tremenda por sus pecados. Regresen a Dios ahora, ahora mis hijos. Los bendigo a todos: en el nombre del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. ¡Amén!