martes, 9 de enero de 1996

Mensaje de Nuestra Señora

Hoy les hablo de la fidelidad a DIOS. Fidelidad, queridos hijos, que es el cumplimiento perfecto de la Voluntad de DIOS, aunque tengan que cumplirla con la cruz sobre los hombros.

Queridos hijos, hoy quiero decirles que la fidelidad a DIOS no tiene tiempo, ni día, ni momento para suceder.

Deben ser fieles al AMOR de DIOS, en todos los momentos de felicidad, así como en los momentos de pruebas y dolor.

Cada uno de ustedes tiene una cruz, que deben llevar con amor.

La fidelidad se manifiesta más en la cruz que en la gloria.

Aquel que no sufre, no se preocupa por ser fiel a DIOS, pero aquel que sufre con amor, allí se encuentra, allí puede examinarse, y puede mirar su fidelidad al plan de DIOS.

DIOS, todos los días, les permite pruebas, para que su fidelidad se purifique cada vez más, y más cerca de ÉL, que es Nuestro PADRE.

Los sufrimientos que tienen en sus vidas no son una señal de que DIOS los ha olvidado; al contrario, son una señal de que DIOS quiere acercarlos cada vez más a ÉL!

Yo soy como Madre de Fe, Madre Fiel, con mi pueblo, con cada uno de ustedes, para guiarlos por el camino de la fidelidad a DIOS.

Dejen a un lado sus placeres, renuncien a su amor propio, ¡que es tan grande!

No pueden mirar los sufrimientos con los ojos de DIOS, porque solo quieren su parte, y no quieren abrir sus corazones para acoger la parte de DIOS, y la parte de sus hermanos.

Así que invito a todos a rezar el Rosario, con amor renovado, intenso, pidiendo el Don de la fidelidad a DIOS, pidiendo el Don de estar cada vez más unidos a DIOS.

¡Este es el año de la unidad! Quien es fiel a DIOS está unido a ÉL, y quien está unido a ÉL es hijo de su AMOR.

Por lo tanto, queridos hijos, cuando pidan el don de la unidad, pidan el don de la fidelidad, porque en estos días muchos son los que dicen: "¡Señor! ¡Señor!", pero solo aquel que hace la Voluntad del Padre ganará.

Si quieren ganar con Jesús, hagan también todo lo que el PADRE les dice.

Lo que deseo es que sean dóciles a la acción del Espíritu Santo, y que sus corazones sean verdaderamente un tabernáculo vivo, intenso, un nido donde se aloje toda la Gracia del Don del Espíritu Santo.

¡Los bendigo a todos en nombre del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo!

¡Permanezcan en la Paz del Señor!"