Mensajes a Ana en Mellatz/Goettingen, Alemania
martes, 13 de enero de 2009
La Santísima Madre habla a los peregrinos en el hueco de Heroldsbach a través de su hija Ana.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Queridísima Santísima Madre, te agradecemos que nos esperes aquí hoy, que nos llamas, que quieres estar con nosotros - ya nos lo anunciaste en tu santuario - que nos amas, que siempre resides en nuestros corazones y nos proteges del mal y de todo lo que no es bueno para nosotros. Nos ayudas en todas nuestras preocupaciones y estás a nuestro lado. Siempre nos cuidas.
La queridísima Santísima Madre dice: Mis amados hijos, mis hijos peregrinos, una vez más habéis corrido a este lugar mío. Cuánto te agradezco que hayáis venido aquí con este severo clima helado para verme, para oírme, porque, como sabéis, siempre os espero aquí en el hueco. Qué hermoso es para mí veros. Amo a todos de la misma manera y os miro con amor maternal. Os atraigo a mi corazón, a mi Inmaculado Corazón.
Como sabéis, este Inmaculado Corazón prevalecerá. Estáis incluidos en la victoria porque seguisteis a mi Padre Celestial a pesar de las dificultades. También queréis seguir caminando por este camino pedregoso. Por esto quiero agradeceros. ¡Sed obedientes y perseverad durante este tiempo! Estoy con vosotros y no os abandonaré. Siempre estoy ahí para dejar que el amor de Dios fluya más profundamente en vuestros corazones porque, como sabéis, este amor os fortalecerá. Debe calentar vuestro corazón. Debe dejar entrar rayos en él. Y estos Rayos Divinos pasarán a otros. Estas personas también se fortalecen. No solo eso, también reciben Conocimiento Divino. Esto es importante en estos días, mis hijos. Tener este conocimiento es un regalo para vosotros. Estáis en la verdad y habéis buscado esta verdad, esta plena verdad del cielo, desde el principio. Nada es más querido para vosotros que seguir haciendo esta verdad y no cejar en la expiación, como hicisteis anoche.
El Padre Celestial os da las gracias y Jesucristo en la Trinidad estuvo presente en el Santísimo Sacramento con una gran compañía de ángeles arrodillados y adorándole. También habéis recibido estos rayos de gracia y podéis transmitirlos. No podréis experimentar este amor, que experimentáis aquí, en la vida terrenal. Es otro amor que fortalece y prepara vuestro corazón para oír las palabras del Padre. También da fuerzas para seguir estas palabras.
Sois mis queridísimos hijos y os protegeré una y otra vez y pediré este Poder Divino del cielo. ¡No cejéis en la expiación, en el sacrificio, en la oración! ¡Aguantad! Permaneced fieles al cielo, porque muchos regalos os esperan, en última instancia la felicidad eterna. Ahora vuestra Santísima Madre en la Trinidad de Dios, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo os bendice. Amén. Desde la eternidad sois amados, mis elegidos del Dios Trino. Amén.
La Santísima Madre quiere bendecirnos a todos antes de que nos vayamos de aquí de su lugar. Levanta sus manos, es decir, con ello dice: Quiero bendeciros, mis queridísimos hijos, una vez más y luego os saludaré en vuestro camino, porque os amo inexpresablemente: en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. La Santísima Madre miró a su alrededor y miró a cada uno. Gracias mamá.
Orígenes:
El texto de este sitio web se ha traducido automáticamente. Por favor, disculpa cualquier error y consulta la traducción al inglés.