Mensajes a los Hijos de la Renovación, EEUU
domingo, 5 de enero de 2020
Capilla de la Adoración, Fiesta de la Epifanía del Señor

Hola queridísimo Jesús siempre presente en la Santísima Eucaristía del Altar. Creo en Ti, te adoro y te alabo, mi Señor Dios y mi Rey. Es muy bueno estar aquí contigo, Jesús mío. Gracias por esta gran oportunidad de adorarte en la Eucaristía. Señor, gracias por la Confesión y la Santa Misa. Gracias por la Santa Comunión. Gracias por Tu amor y Tu misericordia y por redimirnos, Jesús. Señor, gracias por nuestro pastor y pastor. Ha hecho una homilía tan hermosa en la Misa de hoy.
Pensaba en los Magos y en el largo y difícil viaje que hicieron para buscarte. Debieron de sufrir durante este largo viaje y sacrificaron muchas de sus comodidades cotidianas. Para ellos era más importante encontrarte y adorarte en persona, rendirte homenaje y honrarte con alabanzas, adoraciones y sus dones que permanecer en la comodidad de su tierra natal, donde seguramente tenían sirvientes y todas las comodidades de aquel tiempo. Preferían prescindir de sus comodidades temporales, de las comodidades del mundo, que prescindir de su necesidad espiritual de estar con el Rey Niño y adorarlo. Jesús, que yo tenga estas gracias y, como los Magos, que eran verdaderamente sabios, esté dispuesto a sacrificarlo todo para poder adorarte. Jesús, podrían haber perdido la vida haciendo un viaje tan peligroso y el rey Herodes podría haberlos matado fácilmente si no hubieran escuchado y vuelto a casa por una ruta diferente. Ayúdame a estar siempre atento a Tu dirección, Señor, y cuando no esté seguro, ilumina mi corazón y mi mente y dame la sabiduría del Espíritu Santo para hacer Tu Santa Voluntad. Señor. ¿Cómo debió de ser encontrarte en Belén, acostado en el pesebre, el comedero de los animales, pero en realidad el pan de vida para el Mundo? ¿Cómo fue contemplar el rostro más puro y santo de Dios en Tu rostro de bebé, tan inocente, tan encantador, tan adorable? ¿Cómo fue estar en Tu presencia hace 2.000 años en Belén y saludar a la Santísima Madre de Dios y al amado, casto y justo San José? ¡Oh, experimentar esto, Señor! Qué espectacular y qué solemne es esta santísima experiencia. Esto es lo que experimentaron los Magos y eran merecedores de este privilegio, Jesús, o Dios no les habría concedido este honor de ser los primeros en venir de tierras extranjeras para adorarte. Querían darte honor, gloria, homenaje y adoración y, al hacerlo, fueron honrados y privilegiados. Jesús, esto es verdad para los que Te adoran y Te rinden culto en el Sacramento más bendito, donde Tú vienes al mundo, no como un precioso bebé, sino como pan para nosotros, para la vida del mundo Venimos a adorarte, a rendirte culto y, sin embargo, somos nosotros los que nos sentimos honrados de estar en Tu presencia. Gracias por este gran don de la adoración. Gracias, Jesús, porque podemos venir a adorarte como lo hicieron los Magos hace tanto tiempo. Yo no tengo dones como ellos, Jesús. Sólo me tengo a mí misma, debilitada y manchada por mis pecados, con mis frustraciones, mis cargas, mis preocupaciones, pero aun así, Señor, me entrego a Ti. Te doy mi vida y mi corazón. Te doy mi amor. Gracias por permitirme estar aquí contigo, Jesús. Sé que no siempre tendré esta oportunidad y te estoy muy agradecida.
«Gracias, hija Mía, por venir a estar Conmigo en esta pequeña capilla. Acepto tu alabanza y reconozco tu meditación sobre el acontecimiento tan precioso para Mí y para Mi Santísima Madre María y San José. Los tres Reyes Magos sacrificaron mucho para verme y fueron recompensados por su fe. Pasaron muchas horas en oración y también pasaron muchas noches en vela rezando y velando. Los pastores también vinieron a adorarme y es justo que los humildes, los pastores, fueran los primeros en adorarme. Estas personas de corazón sencillo tenían una gran fe y un corazón puro. También trajeron regalos y los suyos fueron los primeros regalos que me hicieron a Mí, a María y a José. Esto es para demostrar que Yo he venido para todos, sea cual sea su estado en la vida. He venido a salvar a todas las personas y no muestro deferencia hacia las de alto estatus social, pues Yo soy el Señor Dios. Amo a todos Mis hijos. Lo que Me importa es vuestro corazón, hijos Míos, no el tamaño de vuestras cuentas bancarias. Sólo me preocupa el estado de vuestras almas. Venid a Mí todos los que estáis cansados, los que os habéis cansado de buscar placeres mundanos, poder, dinero, posición. Estas cosas son temporales y desaparecerán mañana. Preocupaos por los tesoros que durarán para siempre. Amaos unos a otros como Yo os amo. Ayudaos los unos a los otros. Sacrificaos unos por otros por amor. Compartid lo que tenéis con los que son menos ricos materialmente. Yo os recompensaré, así que no consideréis una pérdida lo que compartís, porque dar por amor es ganancia. Cuando uno se centra en lo que ha compartido y no en aquel con quien ha compartido, se centra en lo material'.
Hijos míos, hijos míos, lo temporal es efímero. No tiene importancia para vuestro futuro, vuestra salvación, vuestra vida eterna. Centraos, en cambio, en vuestro hermano y hermana a los que amáis y a los que ama vuestro Jesús. Entonces veréis que lo que habéis dado no se pierde. Permanece en la familia de Dios. Y lo que es aún más importante, la acción que realizaste, dar desinteresadamente, permanecerá contigo en el Cielo por toda la eternidad. Por tanto, no te arrepientas ni un momento del bien que haces, de los sacrificios que haces por los demás. Sólo asegúrate de que lo haces por amor, no por reconocimiento, no por motivos falsos ni por orgullo. Hazlo todo por amor. Esto es lo que os pido, Hijos Míos de la Luz. Nunca hagáis que los demás se sientan menos que vosotros al hacerlo. Acuérdate de verme a Mí, tu Jesús, en el rostro del pobre y del débil o del enfermo. Acuérdate de Mí en Mi pasión y cuida de los necesitados como lo harías de Mí. Esto es amor, hijos Míos. Ovejita Mía, escuché tus oraciones por tu pequeño. Confía en Mí, Mi (nombre oculto). Yo cuidaré de (nombre oculto). Ella está creciendo cada vez más cerca de Mí a través de todas sus pruebas. Está siendo purificada y cada día es más bella. Conozco tu profundo amor por ella, pues Yo puse este amor en tu corazón por ella y por todos tus hijos y nietos. Ella es para ti un regalo especial Mío, hija Mía, y tenéis una relación muy estrecha y espiritual. Esto Me complace. Confía en Mí, hijita Mía, porque Yo la tejí en tu vientre y te bendije con ella y a ella contigo. La bendije con (nombre oculto) y también con Mi hijo, (nombre oculto) porque quería que Mi hija especial tuviera un padre piadoso en (nombre oculto). Sé que vuestras vidas han sido difíciles y que esto ha servido para prepararos para lo que está por venir. A través de vuestro sufrimiento, cada uno de vosotros de diferentes maneras, sabréis cómo ayudar a los que Yo os envíe. (Esto forma parte de Mi plan. Ofrecedme cada prueba, cada sufrimiento, cada dificultad, amados Míos. Nada de lo que afrontéis en la Tierra es en vano. Guiaré a Mi (nombre oculto) para que encuentre la ayuda que necesita. Confía en Mí. Todo irá bien. Os amo. Camino contigo».
Gracias, Jesús. Alabado seas, Señor. Gracias, Señor, por la gracia especial que me has concedido hoy de ver Tu bello y santo rostro en la Eucaristía. Qué sorpresa y qué gran alegría para Mí, Jesús. Ojalá todos pudieran verte así.
«Hija mía, estás pensando que si los demás pudieran ver esto, vendrían en tropel a verme. Quiero que la gente venga a Mí por fe, hija Mía. Un día, pronto, todos Me verán venir/aparecer en el cielo y como un relámpago me conocerán interiormente. Bienaventurados los que no ven, pero creen. Te he regalado este tiempo, Mi amigo especial y leal, pero bienaventurados también los que me adoran fielmente aunque no me vean escondido en la Eucaristía. No ven, pero aun así creen lo suficiente como para venir y pasar tiempo Conmigo. Hija mía, quiero que los demás sepan a través de ti que los bendigo a ellos y a todos los que pasan tiempo en Mi presencia eucarística. Se concede mucha misericordia al mundo y a cada lugar de la Tierra donde se Me adora en el Santísimo Sacrificio del Altar. No sintáis que perdéis el tiempo, Mis pequeños, porque éste es el uso más importante y mejor de vuestro tiempo en la Tierra. Os doy muchas gracias para que salgáis al mundo desde estas íntimas capillas de adoración. Los acontecimientos del mundo cambian literalmente gracias a las oraciones que se me ofrecen durante la Adoración. Los corazones y las vidas cambian. Un día, cada persona que haya pasado tiempo Conmigo en Adoración sabrá cuán eficaz fue este tiempo Conmigo. Ánimo y sabed que es un tiempo precioso con Dios, Creador y amante de la humanidad. Os amo, hijos Míos, y vine voluntariamente como un niño para habitar entre vosotros, para establecer la paz entre Dios y los hombres, para mostraros el ejemplo de la santidad, una familia santa para establecer Mi Iglesia, para daros los Sacramentos, para sufrir y morir por vosotros. Por eso vine del Cielo a habitar entre vosotros, para restaurar lo que estaba perdido y para que todos pudieran aceptarme como Mesías, arrepentirse y salvarse. Vine para daros la vida. Vine a devolver al Padre a Sus hijos y a reunir a la Familia de Dios. Todos debéis hacer vuestra parte y ésta consiste en cumplir la Voluntad del Padre. Obedeced Sus Mandamientos y hacedlo por amor a Dios y entre vosotros. Si todos Mis hijos se esfuerzan por hacer esto, la paz de Dios reinará en vuestros corazones y nada la destruirá.»
«Un corazón lleno de amor a Dios es impenetrable y no puede romperse permanentemente. No tengáis miedo de amar y de arriesgaros a amar a vuestros hermanos y hermanas. No temáis al amor. El amor no puede hacerte daño. Sí, a veces el amor no es correspondido. Lo he experimentado muchas veces, hijos Míos. Sé lo que significa amar y ser rechazado. Aun así, este amor que sentís por los demás no puede haceros daño, no puede dañaros. Puede parecerlo emocionalmente, pero, al contrario, vuestra alma se está fortaleciendo. Tu amor, aunque no siempre te sea correspondido por quien no sabe amar, no se desperdicia. Al contrario, llega al Cielo y se entrega a Dios. No te resistas nunca a amar a tus hermanos y hermanas, incluso a tus enemigos. Da libremente de tu santo amor e, independientemente de lo que ocurra en la Tierra, sabe que tu amor y las buenas acciones realizadas por amor estarán ahí para ti en el Cielo. Seguid amando, cueste lo que cueste, hijos Míos. Amad siempre como Yo amo. Rezad para que vuestro Ángel de la Guarda os ayude, para que vuestro amor no se desordene. Leed los Evangelios y comprenderéis. Pasad tiempo en oración y Yo os guiaré. Todo irá bien. Poned el amor en acción, hijos Míos. No esperéis. El mundo necesita desesperadamente amor; Mi amor. Dad Mi amor a los demás».
«Hija mía, esto es todo por ahora. Continúa siendo fiel a todo lo que te he pedido. La carrera ha pasado el ecuador y ahora es de resistencia. Perseverad, hijos míos, en vuestras oraciones, en la frecuentación de los Sacramentos, en el ayuno y en la limosna. Haced actos de caridad con gran amor. Rezad el Santísimo Rosario y la Coronilla de la Divina Misericordia. Observad la creación y ved a Dios en todo lo que hace a través de la naturaleza. Permanece alerta. Ve en paz, hija Mía. Te bendigo en el nombre del Padre, en Mi nombre, en el nombre de Mi Espíritu Santo. Ve en paz y con alegría».
Amén, Señor. Aleluya. ¡Te amo!
Origen: ➥ www.childrenoftherenewal.com
El texto de este sitio web se ha traducido automáticamente. Por favor, disculpa cualquier error y consulta la traducción al inglés.