Mensajes de diversas orígenes

 

martes, 8 de abril de 2025

¡Dadme Estos Quince Días a Cambio de la Promesa del Cielo! ¡Sed Mis Discípulos de Este Siglo!

Mensaje de Nuestro Señor y Dios Jesucristo a la Hermana Beghe en Bélgica el 4 de abril de 2025

 

Mis queridos hijos,

¿Cómo puedo amaros más de lo que me dispongo a hacer?

He rezado mucho, he amado y me he arrepentido por todos vosotros, pero no ha sido suficiente.

El amor que no se entrega por completo no es amor absoluto, pero Dios es absoluto, total, trasciende todas las fronteras.

Para redimiros a vosotros, Su creación, Su regalo más preciado, tuve que pagar un alto precio, porque Dios no se contenta con poco.

Él se lo había dado todo, el diablo se lo había quitado todo, yo tenía que devolvérselo todo a Él.

Como simple hombre, nadie podría haberle dado un precio tan alto, así que vine: «No exigiste holocausto ni víctima [siendo todo inferior a ti], así que dije: '¡He aquí que vengo! « (Sal 39,7-8).

Sí, Hijo de Dios y Dios Mismo, quise redimir el precio de Mi Creación.

Fue creada de la nada, pero una vez creada, tenía el precio de su Creador.

El diablo la había dañado, usurpado, robado, degradado, envilecido, pero Yo era su Creador y Dios, infinitamente bueno, infinitamente poderoso, infinitamente misericordioso, no podía dejar de ayudar a Sus criaturas tan amadas y tan cuidadas.

Entonces dije: «¡Allá voy!».

El don que hice de mí mismo sólo podía ser total, hasta Mi propia divinidad.

Lo puse en manos de Dios, Mi Padre, y Dios, Mi Espíritu Santo, se retiró de Mí, Me abandonó de la cruz en la que colgaba y grité, angustiado pero consiente «¡Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado!».

Mi desnudez era total, Mi cuerpo divino estaba desnudo, Mi alma divina estaba desnuda, habiendo perdido toda gracia desde que se cubrió con todos los pecados de todos los hombres, y Mi Espíritu divino me había abandonado como cualquier Ángel de la Guarda abandona a un alma condenada y juzgada.

Estaba desnudo, Mi cuerpo golpeado, torturado e irreconocible, pero seguía siendo el Hombre-Dios ofrecido y entregado para pagar el rescate por robar a Dios Su posesión más preciada.

Los espíritus condenados no podían ser redimidos porque su pecado era contra el Espíritu Santo, el pecado que se opone directa, permanente y eternamente a Dios.

Pero los hombres pecadores, aunque sus pecados fueran muy graves o incluso imperdonables, fueron engañados, fueron tentados, deberían haber resistido, recibieron la gracia para resistir, pero cedieron a la tentación.

Fueron inducidos por el diablo a pecar, pero se arrepintieron.

Han vivido las consecuencias, sufren y sufrirán siempre, pero su arrepentimiento les ha hecho merecedores de la Misericordia de Dios y de «Heme aquí, oh Dios, para hacer tu voluntad» (Sal 40,9),

para recuperar Tu Creación de las manos de quien te la robó, ¡soy Tuyo, soy Tu Hijo, estoy aquí!

Sí, estoy aquí, siempre aquí, con Dios, siendo Dios mismo, y contigo para animarte, consolarte, ayudarte, llevarte.

Estoy aquí, siempre, hoy y mañana, no os abandono, nunca os abandono.

Hijos míos, volveos a Mí, imitadme, Mi Santísima Madre María os ayudará, está cerca de vosotros como estuvo tan cerca de Mí.

Ella os ama como la Madre que es y en el Cielo está cerca de cada uno de vosotros, más de lo que jamás pudo estarlo en la Tierra.

Hijos míos, estáis a punto de entrar en la quincena de Mi Pasión y tengo una petición para vosotros: Permaneced Conmigo durante estos días que son la culminación de Mi vida terrena.

Me dispongo a daros todo: vuestra libertad de hijos de Dios restaurada, vuestro perdón y vuestra rehabilitación.

Ya no seréis réprobos, estáis perdonados, vuestros pecados están olvidados mientras os arrepintáis y los confeséis, y en el Cielo sois Mis hermanos amados, queridos e iguales.

Sois Mis hermanos adoptivos y de pleno derecho porque Yo os he restaurado como tales y nuestra alegría común es inalterable.

Las alegrías del Cielo son vuestras, ninguna otra alegría puede igualarlas.

Son totales, intensamente deseables y las poseeréis para siempre.

Y tú que Me estás leyendo en este preciso momento, sí, a ti, te amo personalmente, Me ofrecí y Me sacrifiqué por ti, sólo por ti, y Mi Amor por ti es inmenso, es el de un Dios.

Quien quiera, acepte, durante esta quincena de Mi Pasión, entregarse a Mí totalmente, sí, tanto como pueda, y Yo le prometo el Cielo al final de sus días.

Sí, ¡entregadme estos quince días a cambio de la promesa del Cielo!

Así como Yo no escatimé nada, lo ofrecí todo, lo acepté todo y lo amé todo durante esta Pasión, haz lo mismo y te prometo el Cielo.

Después de estos quince días, completamente dedicados a Dios con sinceridad y amor, serás diferente, ya serás santo, y ya no querrás caminar por la senda de la indiferencia.

Así pues, en la alegría de la Pascua, imitad a Mis apóstoles y a Mis discípulos, que asumieron su misión, que asumieron sus responsabilidades y, fortalecidos por el Espíritu Santo, ya no vacilaron, fueron otros Cristos y su fidelidad ya no Me abandonó.

Os llamo a seguirme, sed Mis discípulos de este siglo y os acogeré en el Mío.

El Cielo al final de vuestros días.

La Tierra está tan necesitada de santidad, está tan absorbida por el materialismo, por Mammón, que es hora de transformarla, de devolverle su apariencia y realidad cristiana, católica, y en esta quincena de la Pasión, os invito a seguirme, a ser nuevos discípulos fieles y a preparar Mi Reino que está por venir, como se pide desde hace más de veinte siglos en la oración del Padre Nuestro: «Venga a nosotros tu Reino...».

Os espero, os vigilo, os amo y os apoyo.

Tu Señor y tu Dios.

Origen: ➥ t.Me/NoticiasEProfeciasCatolicas

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