martes, 16 de abril de 2019

Martes Santo

Mensaje de Dios Padre dado a la vidente Maureen Sweeney-Kyle en North Ridgeville, Usa

Una vez más, yo (Maureen) veo una Gran Llama que he llegado a conocer como el Corazón de Dios Padre. Dice: "Hijos míos, ayer el mundo cristiano sufrió una gran pérdida con el incendio de la catedral de Notre-Dame de París. Durante siglos fue un símbolo de la tradición del viejo mundo. Ahora es un cascarón calcinado. Sería negligente por mi parte no señalar esta analogía. Lo que queda en pie de la otrora gran Catedral debe compararse con la Iglesia liberal actual. El caparazón de la otrora majestuosa iglesia es todo lo que representa la Iglesia liberal. El interior no es más que una iglesia quemada, irreconocible y antaño grandiosa. Nadie rinde culto en ella. Lo que queda de la Catedral es el efecto de todas las grandes oraciones ofrecidas a lo largo de los siglos desde su seno. En la Iglesia liberal, las oraciones no son reconocibles, pues la Tradición se ha quemado en favor de la libre elección. Reconstruid esta gran Catedral en vuestros corazones como la Iglesia de la Expiación». *

"Si pudiera deciros que la Iglesia está viva y goza de buena salud a pesar de esta pérdida. Pero, ¡ay!, no puedo mentiros. La gente ve la pérdida material, pero no la espiritual. No rescaté la Catedral, sino que dejé que las llamas siguieran su curso. Hoy debo rescatar el estado de la Iglesia. Ya no debe haber fuerzas liberales y conservadoras dentro de la Iglesia. Todos deben ser uno. El conflicto trae la destrucción».

«Hoy habéis dejado las ruinas de una gran Catedral durante la semana más santa del año.** Prestad atención y no permitáis que la tormenta de fuego de la controversia destruya la Tradición de la Fe en vuestro corazón».

* Ver Mensajes fechados, 9/03/2001 y 4/28/2008, de Santo Tomás de Aquino y Jesús, respectivamente.

** La Semana Santa comienza con el Domingo de Ramos y termina con el Sábado Santo, víspera del Domingo de Resurrección.

Lee 1 Pedro 2, 4-5+.

Venid a él, a esa piedra viva, desechada por los hombres, pero a los ojos de Dios elegida y preciosa; y, como piedras vivas, sed edificados en una casa espiritual, para ser un sacerdocio santo, que ofrezca sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo.