jueves, 3 de diciembre de 2020

Jueves, 3 De Diciembre De 2020

Mensaje de Dios Padre dado a la vidente Maureen Sweeney-Kyle en North Ridgeville, EE.UU.

Una vez más, yo (Maureen) veo una Gran Llama que he llegado a conocer como el Corazón de Dios Padre. Dice: "Al acercarse cada vez más el tiempo de Navidad, preparad vuestros corazones para la llegada de Mi Hijo, igual que San José preparó el pesebre. Podéis perdonar a todos los que tocaron vuestras vidas, como un sacrificio digno. En el Cielo no hay falta de perdón, sólo Amor Santo. Pensad, mientras preparáis vuestros corazones, lo pacífico que sería el mundo si todos perdonaran a su prójimo. No habría amenaza de guerras. Se compartirían todos los recursos mundanos que proporciono. No habría deshonestidad ni fraude. Por tanto, cada alma sería digna de confianza. La vida que doy en el vientre materno volvería a ser venerada. Nadie guardaría una agenda oculta en su corazón. Yo estaría en el centro de cada corazón. La Verdad reinaría en cada corazón. Con la Verdad reinando en cada corazón, Mis Mandamientos volverían a reinar sobre el mundo. Ningún corazón estaría cautivo del amor al pecado».

"Piensa en la venida de Mi Hijo a ti en Navidad como un preludio del Regreso de Mi Hijo. Entonces, todo corazón será restaurado a la rectitud. La política no será fuente de pecado y ansiedad. La auto-ambición desordenada no volverá a entrar en los corazones. La ira no controlará las decisiones. La verdad reinará suprema. Comprended que Yo también espero la Venida de Mi Hijo. Comprendo la frustración de los justos cuando experimentan el mal a su alrededor. A vosotros os digo: perseverad. Necesito más que nunca vuestras oraciones y sacrificios durante estos tiempos de espera. Cada oración cuenta. Las almas nunca han estado tan necesitadas. Hoy, al contemplar el mundo, veo Sodoma y Gomorra y los días de Noé juntos. Encuentra tu arca de paz en la oración y el sacrificio. Yo estoy contigo cogiéndote de la mano».

Lee 2 Tesalonicenses 2:13-15+.

Pero estamos obligados a dar siempre gracias a Dios por vosotros, hermanos amados por el Señor, porque Dios os eligió desde el principio para salvaros, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad. A esto os llamó por medio de nuestro Evangelio, para que alcancéis la gloria de nuestro Señor Jesucristo. Así pues, hermanos, manteneos firmes y retened las tradiciones que os enseñamos, de palabra o por carta.