jueves, 15 de enero de 1998

Mensaje de Nuestra Señora Reina de la Paz a Edson Glauber

Una vez más la Virgen vino a transmitirme su mensaje que debe ser difundido al mundo:

Alabado sea nuestro Señor Jesucristo!

La paz esté contigo, mi amado hijo. Deseo esta tarde continuar contándote mi preocupación por el destino de la humanidad. Hijo mío, quiero que todos los hombres se salven. Por eso vengo del cielo. He venido aquí en el Amazonas porque deseo conducir a todos mis hijos a Jesús. No me he olvidado de nadie.

Todos son importantes para mí, pero no para todos mis hijos Jesús y yo tenemos importancia en sus vidas. Muchos de mis hijos nos han abandonado, porque el pecado siempre los fascina y los seduce, pero muchos. Muchos desperdician un océano de gracias del cielo por solo unos minutos de placer en este mundo. ¡Qué triste…! Y solo para condenarse para siempre en el fuego del infierno, porque para muchos de estos mis hijos no hay retorno, no hay marcha atrás, porque mueren en pecado mortal.

Hijo, reza, reza mucho por los pecadores. Si pudieras entender lo valiosas que son las almas para Dios y para mí, te esforzarías por rezar aún más. Quiero que entiendas lo importante que es la oración hoy para la salvación de tantos de mis hijos. ¡Oh, la juventud, la juventud!...¡Cuánto sufro por la juventud!...Los jóvenes están empeorando cada vez más. Ya no hay más pureza en muchos jóvenes hoy en día, y son pocos los que saben cómo preservar la gracia de la pureza, pero estos aún están en peligro de perderla. Es necesario que ellos oren al Espíritu Santo para que les conceda el don de la fortaleza.

(*) Hijos míos, todavía hay una oportunidad para nosotros de cambiar esta terrible situación. Luchemos en nombre de Dios contra los males que se están propagando en el mundo. Sé mi eco, mi voz, proclamando en cada rincón mi invitación al amor, mi invitación a la conversión. Difunde entre todos tus hermanos mi supremo llamado: no cometas más pecados graves. Arrepiente de tus crímenes. Regresa a Dios con un corazón sinceramente arrepentido.

Si te dejas guiar por mí, podrás ayudarme a salvar un incontable número de almas, y especialmente un incontable número de jóvenes por mi Hijo Jesús. Recuerda la revelación que tuviste?...Todo esto es para que entiendas lo importante que es actuar en estos últimos tiempos contra Satanás. Si todos rezan, Satanás pronto será destruido con todo su reino de tinieblas, pero lo que falta hoy son corazones que realmente vivan unidos en oración profundamente con Dios y conmigo.

Hijo mío, en todo lo que vayas a hacer, siempre invócame y pronto vendré en tu ayuda y te guiaré en todo. Quiero guiarte siempre. Quiero ser tu educador. Quiero formarte cada día a imagen perfecta de mí, en cómo actuar, en cómo hablar, en cómo amar; en resumen, en todo quiero siempre guiarte con mi amor maternal. No te entristezcas por tus muchas caídas y nunca escuches las conversaciones y tentaciones del diablo. Deja que todo y siempre mi Inmaculado Corazón te guíe. Presta atención solo a mi voz.

Soy la Reina de la Paz y derramo en este momento mi bendición y mi paz sobre todos mis hijos en todo el mundo y sobre todas las peticiones que mis hijos han colocado a mis pies y a los pies de mi Hijo Jesús. Los amo a todos con todo mi Corazón Maternal. Dile a todos sobre mi amor. ¡Los hombres te entienden tan poco!

Que no pases un solo día que no hayas hablado de mi amor y del amor de Jesús a tus hermanos y hermanas. Habla, habla de este amor a todos los hombres. Diles a todos: Dios es amor, Dios es paz, Dios es vida y Vida Eterna, Dios es el que puede hacer todas las cosas, porque Él es el

Omnipotente, el Creador de todas las cosas, el Señor Soberano, pero Dios mis hijos también es el Padre de cada uno de ustedes. Ama al Padre en el Cielo, hijo mío.

Tu amado Padre tanto desea que lo busques en todo, incluso en la más pequeña dificultad. Él está siempre al lado de cada uno. Búscalo siempre y solo recibirás bendiciones sobre bendiciones. Por ahora, este mensaje permanece, hijo mío. Ahora descansa en mi Corazón y en el Corazón de tu Padre Celestial, y no olvides: ama, ama, ama.

(*) Aquí la Virgen ahora se dirigió a todos los presentes en su aparición.