miércoles, 14 de noviembre de 2001

Mensaje de Nuestra Señora Reina de la Paz a Edson Glauber

Mi paz a ti y a tu familia, Maria do Carmo. ¡Soy Nuestra Señora de la Concepción!

Vengo del cielo para implorar que el pueblo amazónico ore mucho más, para que tu Amazonas no sufra las consecuencias de la guerra. Tengan una hora de vigilia cada día. Oren diariamente. Hagan adoración ante el Santísimo Sacramento en el Altar después de la Santa Misa, al menos diez minutos diarios, pidiendo el fin de la guerra en todo el mundo. Esta es mi petición como Madre muy afligida e inquieta. Gracias por responderme. Estén atentos a mi llamado. Estén con mi paz y la paz de mi Hijo Jesucristo: en nombre del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. ¡Amén!

La Virgen me dio este mensaje a mi madre después de los ataques terroristas, que ocurrieron el 11 de septiembre. Dos días antes de este ataque, la Virgen se había aparecido y le dijo que rezara mucho, pidiendo la misericordia de Dios para el mundo, porque algo muy triste iba a suceder que sacudiría a la humanidad. La Virgen transmitió este mensaje a mi madre muy triste y con gran dolor en su Corazón. Así que suplicó, pidiendo el fin de la guerra y la protección divina, porque nuevos conflictos armados comenzaron, que podrían golpear a otros países, si no hacían reparaciones y oraciones a Dios.

Cuando la Virgen pidió diez minutos de adoración a Jesús diariamente, fue para mostrarnos que hay personas que no pueden estar delante de Jesús en el sacramento, adorándolo, ni siquiera cinco minutos. Pidió, al menos diez minutos, porque es justo estar adorando a Jesús por mucho más tiempo, pero muchos aún no han abierto sus corazones a su llamado, viviéndolo profundamente. Cuando el castigo llegue al mundo, muchos querrán adorar a Jesús, rogar a Jesús por fuerza, estar delante de él en el Santísimo Sacramento, pero no podrán, porque puede que no haya tiempo para eso. Y incluso, Dios les va a mostrar a estas personas que podrían haber hecho esto mucho antes, en paz, en tranquilidad y no quisieron, despreciando y perdiendo esta oportunidad y gracia para adorarlo en las Iglesias, en el Santísimo Sacramento.