domingo, 9 de junio de 2019

Mensaje de Nuestro Señor a Edson Glauber

¡Paz a tu corazón!

Hijo mío, hoy hablas en Pentecostés, pides la luz de mi Espíritu Santo, pero nunca podrá venir sobre los que no aman la verdad y compactan con las obras del mal. Mi Espíritu no podrá descender sobre los corazones fingidos que muestran santidad a muchos, pero por dentro sus almas están más podridas que la carne putrefacta.

Mi Espíritu es santidad, y lo mismo pide a las almas: una vida santa, purificada y bañada en Mi preciosísima sangre, una vida que ha dejado atrás todo lo malo para seguir mis caminos, escuchando mi voz. Sólo en estas almas puede actuar el Espíritu Santo: donde hay oración, donde hay reparación y arrepentimiento de los pecados, donde mi Palabra es acogida y vivida con el deseo de ser mis verdaderos discípulos, testimoniándola a todos los que necesitan la luz y la gracia divinas.

Las almas con un corazón fingido, que traman el mal, que llevan una doble vida, con un pie en mi camino santo y el otro en el camino de Satanás, nunca podrán recibir ni acoger a mi Espíritu Santo. Dios habla, pero no es escuchado ni acogido. Satanás habla y mi pueblo le acoge y pone en práctica sus enseñanzas mortales. Cómo se ha dejado cegar la humanidad y ha caído tan terriblemente, hasta el punto de cambiar la vida eterna por el fuego del infierno.

Que las almas que verdaderamente me sirven y me aman, pidan los dones de mi Espíritu, y los recibirán en profundidad. Estoy atento a la voz de todos los que claman por mi ayuda divina, y que son obedientes al grito de mi voz que les llama a una vida más santa. Estoy preparando a mi pequeño remanente, separando a los buenos de los malos. Felices todos los que son llamados a las bodas del Cordero. He aquí que estoy a la puerta y llamo. Felices vosotros que me abrís la puerta de vuestro corazón. Os bendigo: en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.