sábado, 11 de enero de 2020

Mensaje de Nuestra Señora Reina de la Paz a Edson Glauber

¡Paz mis amados hijos, paz!

Hijos míos, Yo vuestra Madre, no me canso de llamaros a Dios y a la conversión y nunca me cansaré. Volved al Señor, Él os llama para que cambiéis de vida, para que os arrepintáis de vuestras malas acciones y de la dureza de vuestro corazón.

No permanezcáis insensibles a su llamada divina, pues es una llamada santa y amorosa, hijos míos. Dios os ama tanto y quiere que vuestras vidas estén llenas de su amor, que cura y libera vuestras almas de toda enfermedad y mal.

Pedid el amor de Dios, para que tengáis la gracia de llevar su perdón y su luz a todos vuestros hermanos y hermanas.

Muchos están cegados espiritualmente a causa del pecado y el odio, y sus corazones están llenos de violencia y orgullo.

Rezad por la paz intensa y rápidamente, porque Satanás quiere destruir vuestro planeta con guerras, con terribles armas nucleares, que diezmarán a la humanidad en pocos minutos. Tomad vuestros Rosarios y rezadlos cada vez más, para que se destierren cuanto antes las grandes calamidades y sufrimientos que podrían golpear muy pronto a mis pobres hijos. Hijos míos, escuchad mi voz, vivid mis llamadas, es por vuestro bien y vuestra felicidad por lo que vengo del cielo y os hablo.

Convertíos, convertíos, convertíos. Volved a vuestros hogares con la paz de Dios. Os bendigo a todos: en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

La Santa Madre estaba con su fisonomía triste y en su mirada pude percibir su preocupación por el destino de la humanidad, que camina en la dirección equivocada, que va contra la voluntad de Dios. Ella nos pide más oración y entrega en sacrificios, para que podamos reparar cuanto antes los terribles pecados que se están cometiendo en el mundo. El tiempo es precioso y debemos comprender que si vivimos para el mundo, perderemos la oportunidad de estar un día con Dios en el cielo, pero si abrimos nuestro corazón a la gracia divina y a su amor, podrá llevarnos de la mano al Corazón de su Hijo Jesús, fuente de vida eterna.