Soy la madre de Dios y puedo dar tanto como quiera y a quien quiera mi gracia, prometo que todo aquel que me sirva toda su vida rezando mi Rosario tendrá a la hora de la muerte la presencia de San Miguel, San Rafael y San Gabriel junto con muchos ángeles que llevarán su alma a mí y en el juicio privado todos ellos junto conmigo colocarán estos Rosarios ante el Señor en la balanza de la justicia a favor del alma que lo rezó. Esta alma también tendrá la defensa de Mis Santos especialmente San Domingo y Alano de La Roche.