viernes, 29 de julio de 2005

Mensaje de Nuestro Señor a Edson Glauber

¡Mi paz esté con todos ustedes!

Hijo mío, vengo a bendecir al mundo entero y a todos los que están aquí. Deseo encenderlos con el fuego divino que arde en mi Corazón, para que sus corazones se inflamen de amor.

Ya ves, para salvar almas, es necesario sufrir con paciencia y aceptar con docilidad y sumisión la voluntad del Padre. Quiero a todos vestidos con las gracias más puras y santas. Quiero a todos viviendo una vida de santidad. Si quieren seguir mi camino, deben abrir su corazón a mi voz y ser pequeños y humildes.

Diles a todos esto: el precio para la salvación de las almas es muy grande: requiere amor, renuncia, abnegación y saber aceptar los sufrimientos sin jamás quejarse ni blasfemar.

Busco insistentemente a los pecadores para concederles mi perdón y mi misericordia. Soy misericordioso, pero también soy un Dios de justicia. Si no aprovechan el tiempo de la misericordia, serán alcanzados en el tiempo de la justicia.

Mi misericordia es eterna, pero lo es también mi justicia, porque soy el Justo de los Justos. Tengan misericordia de todos sus hermanos que no los aman y que los maltratan, porque de esta manera pueden hacer triunfar el amor sobre el mal. ¿Quieren ayudarme a salvar almas? Aquí: lleven mi corona de espinas un poco por estos días. Sepan ofrecer sus sacrificios y penitencias, unidos a los méritos de mi pasión. Así se volverán preciosísimos a los ojos del Padre Eterno.

El Inmaculado Corazón de mi Madre está lleno de espinas, porque los hombres permanecen ingratos. Y al ofender y herir el Corazón de mi Madre, ofenden y hieren el mío, porque nuestros Corazones están unidos en amor. Oren, ayunen y sacrifíquense aún más por la salvación del mundo.