Mensajes a Edson Glauber en Itapiranga AM, Brasil
sábado, 27 de julio de 2019
Mensaje de Nuestra Señora Reina de la Paz a Edson Glauber

¡Paz mis amados hijos, paz!
Hijos míos, yo vuestra Madre, vengo del cielo para pediros que perseveréis en vuestro camino de conversión, ofreciendo oraciones y sacrificios al Señor por la conversión del mundo, que ha cerrado sus oídos a las llamadas que Dios os hace, a causa del pecado.
Hijos míos, se avecinan grandes sufrimientos y muchos de vosotros cargaréis con una pesada cruz, a causa de los corazones orgullosos de los que han sido cegados por Satanás. Derramaréis muchas lágrimas para ver cómo será la Iglesia de mi Divino Hijo, pero no os desaniméis, tened fe. Yo estaré a tu lado para consolarte en tu dolor, y para recoger cada lágrima derramada por amor a mi Hijo Jesús, para consolar tu Divino Corazón. La verdad será considerada mentira, y la mentira será proclamada como si fuera la verdad. Pero recordad, hijos míos, que Dios no se burla.
Aún sostengo el brazo justiciero de mi Hijo, un poco más, porque ya es demasiado pesado y quiere castigar a los pecadores de forma fuerte y terrible.
Hijos míos, doblad las rodillas en tierra y rezad el Rosario. Sólo así podréis ofrecer reparación al Señor, aplacando su Justicia Divina. Pedid perdón por vuestros pecados, mediante el sacramento de la confesión...
En este momento, por una luz interior, la Virgen me hizo comprender que llegará el día en que nos negarán la confesión a nosotros, sus hijos que creemos en sus apariciones, y los que busquen este sacramento, no lo encontrarán, porque los sacerdotes no querrán administrarlo a los fieles, sus hijos devotos.
...Y ofreced el Cuerpo y la Sangre de mi Divino Hijo al Padre Eterno y él tendrá misericordia de todos vosotros. De lo contrario, grandes calamidades caerán sobre la humanidad y grande será la desolación. Muchos morirán y serán aniquilados en minutos e incluso en segundos, de una hora a otra, sin tener tiempo de pedir perdón por sus errores. Mi Corazón sufre cuando miro con dolor y amargura, a mis hijos que se han dejado corromper por el demonio, siguiendo el camino de las pasiones desenfrenadas, rodeados de tantas otras almas ciegas y destruidas espiritualmente.
Rezad, rezad, rezad. Os lo ruego: escuchadme. Escuchad mi llamada maternal y volved a
Dios, porque los grandes y dolorosos acontecimientos que cambiarán la faz de la tierra de una vez por todas están a sólo unos días de distancia.
Volved a vuestros hogares con la paz de Dios. Os bendigo a todos: en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
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